RESOLUCIÓN NO ADVERSARIAL DE CONFLICTOS

La Real Academia de la Lengua Española, edición en línea, no recoge la palabra adversarial, pero si la de adversario/a definiéndolo como:
1. Adverso/a (que, en la misma versión, tiene las acepciones de Contrario, enemigo, desfavorable y de Opuesto materialmente a algo, o colocado enfrente de ello)
2. Persona contraria o enemiga;
3. Conjunto de personas contrarias o enemigas.

En las facultades de Derecho, desde antaño, nos han enseñado a resolver los conflictos entre las personas en un juzgado. En el plan de estudios de Valencia, que también seguían en Sevilla y que  creo que era de 1965, teníamos dos años de Derecho Procesal daba igual si eras de la rama de público, privado o empresa, a penas veíamos algo sobre conciliación (en procesal laboral) o arbitraje y a lo que no nos enseñaron nunca fue a negociar de forma estructurada.

Tengo entendido que hoy, tristemente, la situación sigue siendo la misma, continúan enseñando a los estudiantes de Derecho a resolver los conflictos de forma que se plantean como una confrontación y la otra parte pasa a ser el enemigo.

Además, el lenguaje que aprendimos, la jerga jurídica, ha sido motivo hasta de mofa en algunas ocasiones. Es cierto que gracias a ella han sobrevivido numerosas formas del subjuntivo (modo verbal que expresa subjetividad o indica que una acción es posible o probable), pero, y permitidme la licencia, pero no deja de ser más cierto que con el tiempo se ha convertido en un lenguaje arcaico y engorroso en el que a los abogados nos está costando pasar de la súplica a la solicitud.

Frente a esto y, probablemente, como resultado de un intento por mitigar tensiones, cada vez somos más abogados los que nos estamos formando, como buenamente podemos, en otras formas de resolución de conflictos, que se han venido enseñando y denominando como “alternativas” cuando, como dice Ana Carrascosa, magistrada y   responsable de mediación en el Consejo General del Poder Judicial,  entre cada vez más personalidades del mundo jurídico, deberían denominarse como “adecuadas en lugar de alternativas”, si probablemente ya lo haya escrito antes, pero no me cansaré de hacerlo.

En la situación de incertidumbre permanente que estamos viviendo hoy en día, la resolución de conflictos no adversarial se muestra como el cauce más adecuado a la solución de los mismos si es posible. Es decir, la otra parte (ya no el contrario) tiene una posición y yo tengo otra y lo que tenemos que intentar es ver de qué forma (a través de qué medio entendido como técnica) puedo resolver esa situación, considerándola como situación y no conflicto.

Nos han bombardeado y nos están bombardeando con la mediación, pero creo que la mediación no es la panacea. Si que es cierto que la formación en mediación es fundamental para que los que ejercemos la abogacía cambiemos el chip en lo que se refiere a la manera y lenguaje utilizado para formular preguntas, indagar cuales son los verdaderos intereses y las necesidades de las personas involucradas en cualquier situación, resumir, hacer que nuestro cliente escuche lo que él mismo nos acaba de decir, pero me inclino más  por hablar de negociación estructurada aplicando diversas técnicas, porque creo que las situaciones no son estáticas y tenemos que ir adaptándonos a cada momento que estamos viviendo.

A todo esto debemos añadirle que el mediador es uno, o dos como mucho ahora que se está impulsando mucho la co-mediación, hecho que produce rechazo entre muchos profesionales.
Pero con otras técnicas de negociación podemos ser los abogados uno dos o varios, según las partes involucradas, los que consigamos ayudar a nuestros clientes a crear una solución.

Con una buena formación y muchos abogados formados, no tendremos más competencia si no más posibilidades de ejercer la abogacía con resoluciones no adversariales, los clientes estarán más satisfecho y todos bajaremos el nivel de estrés al poder controlar en los despachos los tiempos.

Si su abogado le ofrece una solución distinta a un juzgado, no lo dude, inténtelo y si no llegamos a un acuerdo  emulando a Humphrey Bogart diré que “siempre nos quedará el juzgado”.

Lorena Romans
Abogada
Romans y Asociados

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